Cómo comportarse si no tienes vacaciones

Que hacer si no tienes vacaciones (Ni perspectivas de tenerlas)


Publicado 06-08-2016



Si esta mañana has buscado el buffet de desayuno en tu mesa de cocina, si en la ducha te ha parecido ver a un pez de colores correteando entre tus pies y si de camino al trabajo te ha adelantado una farola: lo tuyo es un síndrome post vacacional morrocotudo. Lo que define a un síndrome post vacacional no es de dónde vienes si no a dónde vas. Vas al trabajo y las vacaciones están lejísimos. Son como un indio en el horizonte en una película de vaqueros, sabes que te esperan, pero antes de nada vas a tener que cruzar todo el desierto. Pero dejémonos de metáforas tristonas, hay trucos caseros para hacer de tu vida unas vacaciones.



Un Caribe en tu atasco. Ponle bachata a tu atasco. Al fin y al cabo, los coches parados a tu alrededor no se diferencian tanto de la cola del aeropuerto y la velocidad a la que avanzas es idéntica al ritmo al que pasaban las cosas en tu lugar de veraneo. Cierra los ojos, sube la música y trasládate allí. Haz las cosas sin prisa, con actitud vacacional punk.

Cóctel de café de máquina. Ponle una sombrillita a tu café de máquina. Si la miras fijamente el tiempo suficiente, las mesas se convierten en tumbonas, los fluorescentes en un sol tropical y tú mismo en un tipo relajado. Ve disfrazando todo a tu alrededor con motivos étnicos y souvenirs que por fin sabrás dónde poner. Remata la pantalla con un salacot,camufla la silla con un poncho, tapona la papelera con un balón de playa y encasquétale al móvil un tono que te haga mover las caderas cada vez. En unos días tu espacio de trabajo no se diferenciara nada del lugar que echas tanto de menos. O te llamarán de Personal. Lo que pase antes.

Fondo marino. Pon de fondo de pantalla tu lugar preferido de las vacaciones. Pon cara de concentrado y míralo durante 20 minutos hasta que se convierta en una imagen 4D y puedas oler el salitre o las flores.

Peces de PC. Se envían 150.000 millones de emails al día y casi todos están en tu bandeja de entrada a la vuelta. Piensa en esa batería de emails sin contestar como un banco de peces tropicales y haz lo mismo que hacías con ellos: déjalos pasar sin molestarles. Si quieren algo importante, ya te lo harán saber, los remitentes llamándote y los peces mordiéndote.

Trinchera de flashbacks. No te tomes como una tragedia el no saber dónde estás ni el no entender nada. ¿A qué tanta prisa o por qué ese informe es tan importante si hasta ayer lo único fundamental era que el hielo estuviera bien picadito? Todo te parece raro y sin sentido, ¿Por qué va la gente con corbata? Te quedas mirando al vacío durante minutos. No salgas de ahí, ése es el sitio al que perteneces. Atrinchérate en tus flashbacks de las vacaciones y hazlos durar.

Viva la diferencia. El verano te ha cambiado, pero todo lo demás a tu alrededor sigue igual. Peléalo e impón a los demás tu diferencia. Tú vas descalzo porque los maorís también van así y llevas la cara tatuada de henna porque te hace más feroz.

Buffet para siempre. Seguro que había unas pocas cosas que devorabas en el desayuno del hotel. El resto lo comías por vicio. Y porque estaba pagado. Elige esas cuatro o cinco cosas a las que te unen tantos buenos recuerdos y déjatelo preparado en la cocina la noche antes.Empieza tu día devorando como una plaga de Egipto, aunque ya no estés en Egipto.

Ventajas de no estar allí. El metro es mejor que un tren indio o un autobús boliviano. Y el señor que se te duerme en la chepa se va a despertar dentro de 20 minutos y no dentro de 8 horas.

Atardece aquí. En casa sigue habiendo atardeceres. Puedes aplaudirlos o no, pero el cielo siempre está de vacaciones.

Dale continuidad. Ordena tus fotos, ve a clases de salsa, come en un chino, dale palique a un vendedor del top manta, visita el zoo. Alarga las buenas costumbres de tus vacaciones como silenciar el teléfono cuando no toca o viajar ligero de equipaje y usar menos cosas.

Lee vacaciones. El archivo de Internet está lleno de palabras y fotos que se van a transformar en recuerdos. Usa el buscador y lee sobre el sitio del que vienes, pero, sobre todo, usa tu intuición y lee sobre los hipotéticos lugares en los que vas a estar. Había alguien sintiendo las mismas cosas que tú en otro lugar y puedes acompañarle un rato.

Libertad como souvenir. Siéntete libre a diario, tráete eso de tus vacaciones. Elige conscientemente todo el rato. Elige un camino nuevo para ir al trabajo, no por las razones habituales, si no porque durante ese rodeo vas a encontrarte con algo nuevo. Elige la ropa, elige la compañía, elige lo que haces con tu tiempo libre. Habla con cualquier desconocido aleatoriamente.

Remedios caseros. La resaca de las vacaciones se remedia como todas las demás resacas: con una caña con los amigos. Y luego otra.

Naturaleza a domicilio. Planta algo. Las flora exótica no suele prosperar, pero crezca lo que crezca, acércate mucho, muchísimo, hasta que lo toques con la nariz. Mira el mundo a través de las hojas y siéntete otra vez en la selva o en un prau asturiano.

Aventura en cualquier parte. Sólo hay que salirse del mapa y te toparás con un exótico pueblo palentino en el que nunca han visto un turista o con un rinconcito del parque desde el que se oyen las cacatúas.

Vacaciones portátiles. Aprovecha cualquier ocasión para hacer lo mismo que en tu veraneo. Si pasas por el Retiro, alquila una barca y navega. Si pillas una cuesta, no la subas, escálala. Si sale música de cualquier parte, ensaya tus pasos del verano. Y sobre todo: sal pitando el fin de semana.

Tú eres aquél. No te olvides de que debajo de los calcetines estás descalzo. Y que esa piel que va palideciendo es un bronceado blanqueado. Tú estuviste allí y eso no te lo va a quitar nadie.

Hazlo. El problema es que ya no te conformas con lo que antes de las vacaciones te parecía bien, suficiente, tu vida, y tienes que reajustarte. La otra opción es rebelarte. Si nada funciona: vete a vivir a ese sitio donde dijiste que podrías quedarte a vivir para siempre.



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