Por Alberto Abizanda
Publicado 23-05-2020
Ir de playa es uno de los mejores planes que puedes hacer en el Paraíso Natural. En sus más de 345 kilómetros de costa, Asturias dibuja playas para todas las retinas, para todas las horas del día, para distintos momentos y para diferentes actividades náuticas.
Las mires como las mires, las playas asturianas son siempre un regalo para los sentidos, y un lugar perfecto para los baños de sol, de mar, de arena y de paisaje…
Son el lugar perfecto para relajarse y tomar algo mirando al horizonte, contemplando un dulce atardecer o dejándose caer por allí al amanecer. El lugar perfecto para contemplar las altas cumbres de los Picos de Europa, el Monte Sueve y todas las sierras y montañas que se asoman a la costa asturiana.
Son un sitio divino para disfrutar de la fotografía o para hacerte ‘selfies’ de esos que levantan pasiones en las redes sociales. Porque las playas de Asturias son unas bellezas de extraordinaria fotogenia, y no es casualidad que muchas veces sean protagonistas de historias televisivas o de cine.
En forma de arenales infinitos, o de recónditos abrigos, todas y cada una tienen un encanto diferente y se prestan a experiencias distintas.
¡Hoy recorremos contigo 12 playas inolvidables para un verano en Asturias!
Compartida por los concejos de Castropol y Tapia de Casariego, Penarronda, declarada Monumento Natural, es uno de esos arenales que dejan huella por su belleza, por su amplitud, y por la serenidad que late en su entorno. Paraíso de surfers y bañistas, sus atardeceres son realmente prodigiosos. Y lo mismo sucede con el amanecer.
Exótica por naturaleza, Mexota es una playa sorprendente y llamativa, ubicada en el concejo de Tapia de Casariego. De formaciones rocosas espectaculares, Mexota muda su aspecto según los matices lumínicos de los distintos momentos del día. Es una auténtica meca para fotógrafos y también para bañistas que buscan lugares diferentes. Sin acceso rodado, es frecuentada por nudistas.
Límite entre los concejos de El Franco y Tapia de Casariego, la playa de Porcía, con sus cantos, fina arena dorada, y sus aguas especialmente tranquilas, es un lugar increíble para pasar una jornada apacible, entre islotes, meandros fluviales y un cielo azul. Además, desde la propia playa son visibles los restos de un embarcadero de minero, lo que le da un toque distinto. Y para completar el conjunto, un área recreativa y un chiringuito son el aderezo perfecto para el lugar.
Próxima a Soto de Luiña, la playa de San Pedro de la Ribera o San Pedro de Bocamar es una de las más concurridas y populares del concejo de Cudillero. De arena tostada y cantos rodados, acoge la desembocadura del río Esqueiro, en medio de una inmensa explanada que la convierte en una de las playas con más espacio para disfrutar del ocio veraniego y los deportes náuticos de la costa occidental.
Rectilíneo, como dibujado a plumilla, e interminable - más de dos kilómetros -, Xagó, en Gozón, es uno de los arenales más salvajes de Asturias. Por si fuera poco, posee uno de los conjuntos dunares mejor conservados y más espectaculares de la costa asturiana. Ubicada al oeste del Cabo Peñas - el punto más septentrional de Asturias -, Xagó es siempre garantía para disfrutar el encanto del Cantábrico.
Ubicada al este del Cabo San Lorenzo, Serín es una de esas encantadoras playas rurales que tiene el concejo de Gijón, a un paso de la ciudad pero conservando el salvaje encanto de la naturaleza. Por su orografía, donde prima lo recóndito y escarpado, esta playa es frecuentada por nudistas. Y en los días despejados y con buena mar, Serín ofrece un delicioso baño.
Rodiles, en Villaviciosa, es una playa única por varias razones. Entre ellas, por ser colindante con la histórica ría de Villaviciosa, lo que le permite tener un paseo marítimo de madera que transcurre por una de las márgenes de esta ría con unas vistas estupendas. Si a eso le añadimos una extensa zona arbolada, y más de un kilómetro de arenal, además de unas olas espectaculares, todo el conjunto resulta espléndido.
Una ensenada de arena dorada, con un potente islote que le da nombre. Así es la playa de la Isla, en Colunga. Tranquila e ideal para la práctica de los deportes náuticos. Muy ambientada con sus restaurantes a pie de playa, el baño en esta ensenada tiene la ventaja, en los días despejados, de proporcionar unas vistas maravillosas del Monte Sueve, con su picu Pienzu en lo más alto de esta montaña mágica.
Es uno de los más extensos arenales de todo el oriente de Asturias, y es que la Playa de Santa Marina, en Ribadesella, lo tiene todo: un maravilloso paseo, un impresionante conjunto de arquitectura indiana que mirando al mar, y hasta huellas de dinosaurio. Al estar en un paraje muy abierto, Santa Marina es una playa idónea para la práctica del surf, y habitualmente muchos surfers la frecuentan. Así que este arenal es más que idóneo para los deportes náuticos en general, y también cuenta con un animado ambiente de bares y restaurantes. Por supuesto, son muy aconsejables las puestas de sol.
La playa de Ballota, en Llanes, es la hermana gemela y apacible de la playa de Andrín. Separadas ambas por el mirador de la Boriza, Ballota es un fino arenal de aguas tranquilas y cristalinas de color azul turquesa en los días en que el sol reluce. Si bien en los días de oleaje, es de las pocas playas asturianas que tiene un bufón activo. Y por supuesto el conjunto que forma con el impresionante islote del Castro es sencillamente espectacular.
La playa de Poo, en Llanes, tiene una curiosa forma de embudo, que reposa en la desembocadura de un pequeño arroyo. Desde su fina y blanca arena, se atisba la mar al fondo de los escarpados acantilados, cuando está en marea baja. Por su orografía, marea alta, la playa se transforma en una especie de enorme piscina de agua salada al aire libre, donde los baños son sumamente agradables.
La playa de Guadamía, límite entre los concejos de Ribadesella y Llanes, es un excelente ejemplo de las bellezas que crea el paisaje kárstico cuando está modelado por el agua. Guadamía es un canal excavado por el efecto del mar y sus mareas. La desembocadura del río Guadamía, la fina arena, los prados que se asoman y los poderosos acantilados con sus cuevas, hacen de Guadamía una playa diferente, que en marea alta es un sosegado canal de agua salada.
